viernes, marzo 03, 2006

He retomado el cómic. Llevaba abandonado una burrada de tiempo. Mi madre dice, y con razón, que más parece la obra de El Escorial. Claro, es fácil decirlo, pero es que a los que levantaron El Escorial les pagaban, y lo mío es por amor al arte. Para que yo pudiera terminar este cómic a la vez que dedico parte... esto... la MAYORÍA DE MI TIEMPO... a ganarme el pan, tendría que ser japonés. Debe ser que como son chiquitines gastan menos combustible -los japoneses, digo-, o que cogen más revoluciones y luego cuando llegan a sus casas no pueden parar y agarran un lápiz y te montan una serie de cuatrocientos capítulos de doscientas páginas cada uno en el que se juega un partido de futbol.

Un sólo partido.
En cuatrocientos capítulos.
De doscientas páginas.
Cada uno.

Claro, ellos con poner líneas cinéticas en cada viñeta... Y eso se hace con una regla, que no hace falta más. Si me apuras hasta puedes programar una acción de Photoshop para que te las ponga, y te ahorras la regla. Además, quién me dice a mi que, cuando no les apetece trabajar, no mandan a un primo suyo en su lugar. Que como son todos iguales, en el trabajo ni lo notan, fijo.

Pues nada, yo voy a ver si convenzo a George Clooney -que es casi un clon mío- para que vaya a la oficina por mi y me quedo en casa terminando el cómic... o durmiendo, que tampoco me vendría mal.

Pues nada, un saludo o siete...