El jueves pasado viajé a Madrid en un vuelo de Iberia. El caso es que, dada la hora, no habíamos cenado y se nos ocurrió, tras mirar la carta, pedirnos dos "Menús Gourmet".
Su puta madre.
Yo no sé muy bien quién fue el Gourmet que le puso el nombre, pero hay que joderse. El dichoso menú consistía en una chapata de una pasta de pollo, curry, almendras y no sé qué más, se supone que fresco. Y para empezar, la chapata era de chicle. No cualquier chicle, no. De chicle con sabor a mierda. Normalmente me jacto de que como de todo, de que no soy delicado, que cualquier cosa me la como sin hacer muchos ascos. Pero la chapata... De verdad, vomitivo. Por supuesto, el menú incluía una cocacola. Y de postre, una chocolatina de esas pequeñitas, que son a la chocolatina lo que el "miniyó" es al doctor Maligno. Eso sí, era barato. Por mis santos cojones... Diez euros cada menú.
Señores de Iberia, debería caérseles la cara de vergüenza.
Y para colmo, llegamos a la T4. Pero esa es otra historia.
Un saludo o siete...
martes, junio 06, 2006
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