miércoles, enero 09, 2013

Tranquilo, que esto no lo lee nadie... Aquí puedes dar rienda suelta a lo que te pasa por la cabezota... Así que ánimo, a darle a la lengua, digo al teclado.

El otro día leí un artículo de Ángeles Caso en el Magacine de los domingos sobre las descargas ilegales de libros en internet, sobre cómo hay gente que se puede gastar lo que vale un iPad o una tablet –la que sea– pero que no está dispuesto a pagar lo que vale un libro electrónico y prefiere descargarselo de manera "piratil", con el perjuicio que eso conlleva para los autores. No puedo estar más de acuerdo con la Sra. Caso, pero habría que hacerle ver que el negocio ha cambiado. Que las editoriales que ponen los libros a la venta pretenden embolsarse más dinero por la descarga de un libro en formato epub que por el mismo libro en una venta impresa.

Vamos a ver... Normalmente el porcentaje que se lleva un autor por un libro es de entre el 10 al 15% del precio de venta. La editorial se lleva el 30%, corriendo con los gastos de impresión, maquetación y almacenaje. La distribuidora se lleva otro 30% por su trabajo de ponerlo en los distintos puntos de venta, corriendo también con la parte de almacenaje que le toque. Y el comercio minorista se queda el 30% restante. Por supuesto que hay otros gastos: promoción, publicidad, gestión y administración, personal, etc. Estos son porcentajes más o menos estándar, pueden variar (algunos comercios como El Corte Inglés pueden negociar y llevarse hasta el 40% del precio de venta, reduciéndose el porcentaje de los restantes involucrados).

Y dicho esto... en la venta de libros on-line nos quitamos de en medio los costos de imprenta, almacenaje y distribución, además del minorista. Esto quiere decir que, a grosso modo, el precio final podría reducirse en torno al 60% del mismo libro en versión impresa. Si somos generosos, podríamos dejar que en vez del 60% se reduzca en un 50%. Seguro que hay cosas que se me escapan, los señores de las editoriales podrán contarme si lo desean qué otros gastos llevan aparejadas las ediciones electrónicas, algo como portales de venta que se llevarán su parte, por ejemplo. Pero sabiendo esto que creo que sé... ¿Cómo puede ser que el precio de un libro que impreso cuesta por ejemplo 23 euros, en su versión electrónica cueste 17? Y eso sin contar que se han ahorrado el gasto de imprenta. O sea, que quitando el porcentaje del autor –si es un 10% será de 1,7 euros–, a la editorial le quedan 15,3 euros por libro. En el caso impreso le quedarían 6,9 euros (menos gastos varios).

Hum... Esto... Vamos a ver... ¡¿En serio?!

Siempre he sido consumidor de libros, y hasta hace muy poco no tenía ni tablet ni lector de libros que me incitase a la descarga de libros electrónicos. Y en el momento que el precio baje a unos márgenes más que razonables, no me importará pagarlos legalmente. Mientras tanto, me dedicaré a pedírselos prestados a quien los tenga si tiene a bien el cedérmelos, a buscarlos en bibliotecas o, si me interesa mucho mucho, tal vez a comprarlos impresos. Y lo lamentaré por autores que creo que son los más perjudicados por una industria que se está equivocando de enfoque. No creo que la gratuidad sea una alternativa –por mucho que me gustara–. Pero tampoco creo que la alternativa que nos ofrecen sea siquiera digna de tener en consideración. Así que usaré mi tablet para otras cosas como jugar al Hungry Birds, mirar el correo electrónico, navegar, llevar mi calendario de trabajo, la base de datos de clientes y facturación, etc., dejando de lado sus posibilidades como lector de libros electrónicos. Y es una pena, porque ya no me caben más libros en casa.

Un saludo o siete...